Fui una mamá joven, así que, en ese camino de aprender a educar a
una niña e ir estudiando mi pregrado, para ser una profesional en
educación, aprendí a ser mamá y a ser profe, al mismo tiempo. Fue
un tiempo con bastantes desafíos puesto que mi tiempo fue limitado
para mi hija, pero la vida me ha dado la oportunidad de estar a su
lado y continuar creciendo juntas. A mi hija mayor la eduqué con
los patrones heredados por la crianza de mi mamá (es lo que uno
hace normalmente cuando realiza una acción), imitar las múltiples
formas en que hemos aprendido a hacer y a ser. 10 años después, de
ese entrenamiento intensivo de ser mamá, de estudios académicos y
de mi experiencia profesional en educación, me dio la posibilidad
de practicar otros modelos de crianza, que antes desconocía.
Uno de los desafíos más intensos que he tenido en la crianza, es
educar a una niña altamente sensible, si, mi hija menor es NAS.
Así que, ella siente muchas sensaciones, emociones y percepciones
con un altísimo grado de intensidad más que el resto de nosotros.
Esto trascendió en fortalecer mis aprendizajes sobre
neurociencias, salud mental e inteligencia emocional para
descubrir que todas las personas podemos hacer uso de esa
inteligencia a nuestro favor y que esto, favorece o no las
relaciones personales y por supuesto las profesionales. Así que,
mi propósito de vida empezó a dar vueltas, a buscar significados
en mis acciones como mamá y también como empresaria puesto que
tuve la fortuna de dirigir por 10 años un Centro Infantil, en el
que aprendí todo acerca de lo que significa liderar un equipo,
administrar recursos y ejecutar ideas que transforman vidas.